Resumen
Entre los años 1997 y 2001 Ernesto Pollitt y su equipo llevaron a cabo un experimento en Pemba (Zanzíbar) para poner a prueba la efectividad de administrar hierro a escolares con la finalidad de mejorar su funcionamiento cognitivo. A la fecha existía abundante literatura que documentaba cómo la carencia de hierro afectaba la salud, el funcionamiento global del cerebro y el rendimiento académico. El objetivo final de la investigación era disminuir las altas tasas de repitencia de la isla. Durante dos años los estudiantes del grupo experimental recibieron diaria o semanalmente un suplemento oral de hierro, mientras que los del grupo control recibieron placebo. En total 900 niños participaron en el estudio. ¿El resultado? El 3 % de los que no fueron suplementados con hierro (grupo control) repitieron el año; por su parte, el 20 % de quienes lo fueron también repitieron (Pollitt, 2016).

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